domingo, 2 de septiembre de 2018

Una maniobra anunciada la de la impugnacion de Lula

Como se anticipaba hasta en los círculos más allegados al ex presidente, favorito absoluto en todos los sondeos electorales, su candidatura fue impugnada. Se culminó, de esa manera, el golpe institucional que destituyó – vaya coincidencia – la presidenta legítima Dilma Rousseff un mismo 31 de agosto, el de 2016, e instaló en el poder una camarilla que a lo largo de ese tiempo hizo con que se retrocediera en absolutamente todos los aspectos de la vida brasileña.

Cuando se trata de Lula, la Justicia brasileña deja de curvarse frente al imperio de la ley y de la Constitución para arrodillarse frente al reino de la política más inmunda. Mucho más que impedir Lula de ser candidato, lo que se trata de impedir en el Brasil de hoy es que el elector elija libremente quien pretende ser en la presidencia de un país náufrago. Es verdad que si lo dejan, Lula masacraría a todos sus oponentes.

Pero también es verdad que muchas voces poderosas e influyentes defendieron la participación del ex presidente en el pleito de octubre diciendo que se trataba de poder no votar en él. Los abogados de Lula y la dirección del PT anunciaron, en la misma alta noche del viernes, que recurrirán a instancias superiores. Sabiendo, en todo caso, que el resultado será negativo una vez más. Al fin y al cabo, el promedio de la integridad y de la ética de la mayoría de sus integrantes ostenta la estatura de una hormiga sin piernas.

Un país dominado por una camarilla que impone un perverso retroceso en todos los campos de la vida: el social, el económico, el político. Y, por encima de todo, un durísimo retroceso moral.

Fuente: Página 12

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