Lo que parecía imposible, finalmente sucedió: después de las derrotas electorales en la Nación y en la provincia de Buenos Aires, el macrismo sufrió una nueva caída al perder las votaciones en Boca, el bastión en el que nació y creció su poder. Lo hizo posible la lista opositora que encabezan Jorge Amor Ameal y Mario Pergolini, pero que tuvo en Juan Román Riquelme, el máximo ídolo del club, como principal emblema del triunfo.
Pasada largamente la medianoche y escrutadas más del 80 por ciento de las mesas, en un conteo lentísimo y que pasó por diferentes etapas, la dupla opositora se imponía con un 53,5 por ciento de los votos por delante del oficialismo que proponía a Christian Gribaudo y Juan Carlos Crespi como postulantes, que sumaban un 30,6 por ciento. En tercer lugar, con un 15,9 por ciento se ubicaba la lista que llevaba como candidato a José Beraldi y Rodolfo Ferrari.
A esa altura, los ganadores comenzaron los festejos en uno de los gimnasios del club, saltando con Ameal y Pergolini, al grito de "se siente, se siente, Jorge Presidente". "Ganamos porque la gente no aguantó más. Lo primero que vamos a hacer es abrirle la puerta al socio", dijo un exultante Ameal, cerca de la una de la mañana. A su lado, Mario Pergolini destacaba la grandeza del club, por haber logrado que casi 40 mil personas se acercaran a votar.
Atrás había quedado una elección récord para un club argentino, con 38.363 votantes de los casi 84 mil que estaban en condiciones de sufragar, en la que la dupla Ameal-Pergolini logró un triunfo claro que supone el fin del macrismo en Boca después de 24 años de hegemonía, desde que Mauricio Macri se impusiera en los comicios de diciembre de 1995 al binomio que componían Antonio Alegre y Carlos Heller.
Como había pedido Riquelme, desde muy temprano los socios de Boca se acercaron en masa a la Bombonera para votar, en unas elecciones que mostraron algunas irregularidades y que tuvieron varias denuncias por parte de los opositores. "Son tramposos, son tram-po-sos", bramaba Riquelme cuando se iba enterando de los problemas que se suscitaban. Pero a pesar de las denuncias, la elección se fue normalizando y el clima fue cambiando con el correr de las horas.
Como si se tratara de una carrera de autos, la elección fue mesa a mesa, con diferencias que se achicaban o se estiraban de acuerdo al perfil de votantes del que llegaban. La primera tendencia era de unos cuatro puntos de ventaja para Riquelme y compañia. Tras las primeras 31 mesas, todas de socios del interior y el exterior, la lista opositora sumó un total de 2456 votos, contra 2236 de Gribaudo-Crespi, al tiempo que Beraldi y Ferrari cosecharon 1317 sufragios.
Sin embargo, los números comenzaron a ampliarse con el cómputo de las mesas de damas, donde las ventajas de la dupla Ameal-Mario Pergolini fueron notorias. De las 15 mesas de mujeres, la oposición se impuso en 14 para cosechar un 57,2 por ciento de las adhesiones, contra un 30 del candidato avalado por el presidente Daniel Angelici. Parecía que todo estaba definido, pero la tendencia cambió en el siguiente grupo, los vitalicios.
En esa categoría, las diez mesas favorecieron a Gribaudo, que se impuso con el 49,4 de los sufragios, contra el 31,9 de Ameal-Pergolini. Entonces, la brecha se achicó a menos del ocho por ciento, lo que dejaba la situación con cierta incertidumbre.
Llegó el momento de los socios activos, la principal categoría, y allí la tendencia se hizo irreversible, por más que el escrutinio avanzaba a paso de tortuga. Pero si esperaron 24 años para sacar al macrismo de Boca, los ganadores no se preocuparon demasiado y celebraron una victoria que hace un tiempo parecía imposible.
Fuente: Página 12
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