La actividad de la construcción registró una caída del 15,9 por ciento en noviembre respecto del mismo mes del año anterior. Se trata de la baja más importante desde octubre de 2016 y muestra la fuerte recesión que enfrenta el mercado interno. Los datos fueron publicados ayer por el Indec. El documento oficial precisa que el empleo en el sector acentuó su deterioro: se perdieron 11.099 puestos de trabajo en la comparación interanual. La información en este caso es a octubre, cuando se computaron 445.470 empleos registrados contra 456.569 del mismo mes de 2017. El dato no computa el impacto para los trabajadores informales. Se trata del segmento del mercado laboral más expuesto ante la crisis.
La caída de la construcción en los últimos meses fue exponencial. En agosto no registró variación contra el año anterior, después de haber crecido durante la mayor parte del año. En septiembre se anotó una caída interanual del 3,8 por ciento, en octubre se amplió al 6,4 y en noviembre llegó al 15,9. En el acumulado de los primeros 11 meses del año el sector todavía registra un aumento del 2,7 por ciento respecto de igual período de 2017. En este punto también puede observarse una desaceleración marcada de la actividad desde mitad de año. La construcción registraba en el acumulado de enero a junio un ritmo de crecimiento del 10,8 por ciento respecto de igual período del año pasado.
Los desequilibrios macroeconómicos y la incapacidad de la gestión para resolverlos. La corrida cambiaria. Las elevadas tasas de interés. La dificultad para encontrar financiamiento. La aceleración de la inflación. El aumento de los costos. El retroceso de las expectativas de inversión y consumo. La incertidumbre respecto del crecimiento interno para el mediano plazo. La falta de programa monetario sustentable. Estos fueron algunos de los factores que explicaron que con el correr de los meses la construcción haya pasado de crecer en torno de 19 por ciento interanual (dato de enero) a caer casi 16 por ciento (dato de noviembre). La diferencia neta es de casi 30 puntos porcentuales. El dato refleja la dimensión de la crisis que atraviesa el mercado interno. En 2018 no hubo ninguna actividad productiva con expansión. La producción industrial fue junto a la construcción otra de las más afectadas (ver aparte).
El resultado de las ventas de insumos para la edificación adelanta que el sector seguirá parado en los próximos meses. Los despachos al mercado interno de artículos sanitarios de cerámica marcaron una caída del 42,1 por ciento interanual, mientras que el asfalto marcó un retroceso de 55,7 por ciento, seguidos por el cemento portland (-17,8 por ciento), hierro redondo (-17,9), ladrillos huecos (-25,7), mosaicos (-20,4), pinturas (-20,4), pisos y revestimientos (-32,2) y hormigón (-3,0). Esta caída de insumos vendidos indica que en los próximos meses las constructoras no tienen planeado continuar con nuevas obras. Los permisos de edificación, a su vez, cayeron 10,1 por ciento en la comparación interanual y 11,0 por ciento contra octubre.
El freno de la obra pública desde mediados de año es un elemento importante para explicar la caída de la construcción. El equipo económico no tiene planeado volver a ampliar el gasto de capital. En el presupuesto para 2019 uno de los rubros más afectados por el ajuste para alcanzar el déficit cero fue gastos de capital. Es el rubro en que se registran las erogaciones para obras de infraestructura. El Gobierno pretende recuperar la confianza del mercado financiero con un programa de contracción fiscal. El resultado por ahora no fue efectivo y está generando otras consecuencias como el fuerte derrumbe de la economía real. El parate de las inversiones del sector público tiene consecuencias para el empleo. Existen antecedentes recientes. Entre finales de 2016 e inicio de 2017, cuando la actividad anotó problemas para crecer, hubo pérdida de más de 50 mil empleos registrados en la construcción.
La expectativa de los empresarios constructores para los próximos meses no es optimista. El Indec publicó una encuesta en la que el 54,0 por ciento de las empresas estimó que las obras privadas continuarán bajando, mientras que el 62,5 por ciento aseguró que las obras públicas seguirán en caída. Esto implica que más de la mitad de los constructores considera que la actividad potenciará su recesión durante la primera parte de 2019.
La caída de la construcción en los últimos meses fue exponencial. En agosto no registró variación contra el año anterior, después de haber crecido durante la mayor parte del año. En septiembre se anotó una caída interanual del 3,8 por ciento, en octubre se amplió al 6,4 y en noviembre llegó al 15,9. En el acumulado de los primeros 11 meses del año el sector todavía registra un aumento del 2,7 por ciento respecto de igual período de 2017. En este punto también puede observarse una desaceleración marcada de la actividad desde mitad de año. La construcción registraba en el acumulado de enero a junio un ritmo de crecimiento del 10,8 por ciento respecto de igual período del año pasado.
Los desequilibrios macroeconómicos y la incapacidad de la gestión para resolverlos. La corrida cambiaria. Las elevadas tasas de interés. La dificultad para encontrar financiamiento. La aceleración de la inflación. El aumento de los costos. El retroceso de las expectativas de inversión y consumo. La incertidumbre respecto del crecimiento interno para el mediano plazo. La falta de programa monetario sustentable. Estos fueron algunos de los factores que explicaron que con el correr de los meses la construcción haya pasado de crecer en torno de 19 por ciento interanual (dato de enero) a caer casi 16 por ciento (dato de noviembre). La diferencia neta es de casi 30 puntos porcentuales. El dato refleja la dimensión de la crisis que atraviesa el mercado interno. En 2018 no hubo ninguna actividad productiva con expansión. La producción industrial fue junto a la construcción otra de las más afectadas (ver aparte).
El resultado de las ventas de insumos para la edificación adelanta que el sector seguirá parado en los próximos meses. Los despachos al mercado interno de artículos sanitarios de cerámica marcaron una caída del 42,1 por ciento interanual, mientras que el asfalto marcó un retroceso de 55,7 por ciento, seguidos por el cemento portland (-17,8 por ciento), hierro redondo (-17,9), ladrillos huecos (-25,7), mosaicos (-20,4), pinturas (-20,4), pisos y revestimientos (-32,2) y hormigón (-3,0). Esta caída de insumos vendidos indica que en los próximos meses las constructoras no tienen planeado continuar con nuevas obras. Los permisos de edificación, a su vez, cayeron 10,1 por ciento en la comparación interanual y 11,0 por ciento contra octubre.
El freno de la obra pública desde mediados de año es un elemento importante para explicar la caída de la construcción. El equipo económico no tiene planeado volver a ampliar el gasto de capital. En el presupuesto para 2019 uno de los rubros más afectados por el ajuste para alcanzar el déficit cero fue gastos de capital. Es el rubro en que se registran las erogaciones para obras de infraestructura. El Gobierno pretende recuperar la confianza del mercado financiero con un programa de contracción fiscal. El resultado por ahora no fue efectivo y está generando otras consecuencias como el fuerte derrumbe de la economía real. El parate de las inversiones del sector público tiene consecuencias para el empleo. Existen antecedentes recientes. Entre finales de 2016 e inicio de 2017, cuando la actividad anotó problemas para crecer, hubo pérdida de más de 50 mil empleos registrados en la construcción.
La expectativa de los empresarios constructores para los próximos meses no es optimista. El Indec publicó una encuesta en la que el 54,0 por ciento de las empresas estimó que las obras privadas continuarán bajando, mientras que el 62,5 por ciento aseguró que las obras públicas seguirán en caída. Esto implica que más de la mitad de los constructores considera que la actividad potenciará su recesión durante la primera parte de 2019.
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