“Cristiano revolucionario”, como él mismo se definía, Pocho cruzaba todos los días la ciudad de Rosario en bicicleta, desde el barrio Ludueña, donde vivía y sembraba amor a pibes en situación de vulnerabilidad, hacia Las Flores, el barrio en el que está la escuela donde trabajaba como ayudante de cocina. Fue justamente trabajando y sirviendo a los demás que lo mataron cuando, en uno de esos días revueltos y feroces que atravesaba nuestro país a fines de 2001.
Un patrullero llegó a la zona de la escuela donde él trabajaba con la decisión de reprimir. El subió al techo de la institución junto con un profesor de matemáticas y dos compañeras del comedor y les pidió a los policías que no dispararan, que adentro no había más que pibes comiendo. Fue en ese momento, entre gritos y puteadas, que recibió un disparo y una bala de plomo le perforó la tráquea dejándolo sin vida.
Leon Gieco - El angel de la bicicleta: "Bajen las armas que aquí solo hay pibes comiendo"
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